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El Espíritu Santo en clave de sol · Javier de Montse CCaná

“¡Si conocieras el Don de Dios!” (Jn 4, 10) El viento del Espíritu Santo, cuando toca las cuerdas del alma y sus potencias, se convierte en música interior y en melodía de Dios para nosotros. "Su sonido -nos dice San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual- excede todos los sonidos del mundo". Pero esta música es secreta e interior. Es "la música callada, la soledad sonora" que recuerda el gran místico español.   Cuando esta música interior se exterioriza en letras inspiradas y en canciones ungidas, brota una música nueva y espiritual, que lleva a la oración y a la alabanza de Dios, que sana y santifica al que la canta, y se hace evangelizadora de los que la oyen. Hoy necesitamos una música así en la Iglesia.   El Concilio Vaticano II afirmaba en su Constitución sobre la Sagrada Liturgia que "la finalidad de la música sagrada es la gloria de Dios y la santificación de las almas" (SC 112). Mal
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